5 de junio de 2013

Capítulo 10. Sueños rotos

 ''Desde una edad muy temprana fui consciente de la 
existencia del sufrimiento y el miedo. Por primera
 vez, sentí la absoluta alegría de vivir''
Audrey Hepburn


Audrey consiguió llegar hasta donde quería, la escuela de Marie Rambert, una figura muy influyente en el mundo de la danza de aquel momento.



Una vez instaladas y sin muchos ahorros en los bolsillos, su madre aceptó un trabajo como portera de un bloque de apartamentos. En él, recogía la basura y limpiaba las escaleras, ella que tiempo atrás había gozado de las más exquisitas facilidades de vida, con servicio propio, pero la baronesa sabía que tenían que adaptarse y lograr que Audrey consiguiese su propósito y para ello necesitaban dinero.
Marie Rambert la invitó a instalarse en una de las habitaciones de su casa que tenía destinadas a alumnas sin medios económicos y Audrey aceptó la propuesta.


Audrey asistía a clases de diez de la mañana a seis de la tarde, se entregaba en cuerpo y alma a su desarollo como bailarina. Además de acudir a sus clases, trabajaba de noche como secretaria o modelo fotográfica. Llegó a aparecer en un anuncio de jabón y otro de champú. Ella, por su parte, hacía de portera, florista, recepcionista, niñera y decoradora.

A pesar de todo el esfuerzo, Audrey  veía que estaba por detrás del resto de compañeras. La guerra le había impedido continuar su formación y ahora empezaba a notarlo de manera más clara.

Dado que estaba en desventaja, decidió dedicarle más tiempo y poner todo su empeño en mejorar, sin embargo, existía otro problema del que no podría librarse.
Audrey medía 1.70 m, una estatura que la limitaba ya que era más alta que la mayoría de bailarinas y lo que era peor, de muchos bailarines varones (Nijinsky, uno de los mejores bailarines de todos los tiempos medía 1.65 y Audrey con zapatos de punta medía 1.77).


La duda de si algún día podría ser una primera bailarina le atormentaba y decidió pedir consejo a Marie Rambert confiando en que le sería sincera...


''Si hubiera querido perseverar en el ballet, podría haberse convertido en una bailarina excepcional-dijo Marie-. Era por su altura por lo que no podía tenerla en cuenta en mi propia compañía. Incluso durante las clases siemprre era una dificultad encontrar parejas lo bastante altas para ella''

Además, ese verano, Marie la dejó fuera de la gira de quince meses que preparaba con sus bailarines.


''Mi técnica no podía compararse con la de las chicas que habían pasado cinco años aprendiendo en Sandler's Wells porque sus familias habían tenido dinero suficiente para pagarlo y que siempre habían disfrutado de comida suficiente y un refugio antiaéreo. Al final el sentido común me hizo ver que no podía ser tan testaruda para seguir estudiando ballet. No obstante, creía que trabajar en revistas musicales era indigno para mí''


Esto fue un duro palo para Audrey, uno más que añadir a la larga lista que ya sumaba a tan corta edad, sin embargo, la dureza de la guerra le había enseñado a seguir adelante.


''Yo quería ser Margot Fonteyn y también una coreógrafa, pero la vida hizo que las cosas fueran diferentes''

2 comentarios:

  1. Gracias a esa decepción, la disfrutamos nosotros como a actriz, ¿qué hubiera pasado si no hubiera renunciado a la danza?
    Muy interesante :)
    Muac.

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  2. Guauu gracias x la info!
    WWW.JUST-COCO.COM

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